El fuego, muchas veces provocado por irresponsables y malvados, destruye muchas vidas inocentes.

Los padres del lobezno rescatado el pasado domingo por los agentes forestales en el incendio de Latedo, en la frontera entre Zamora y Portugal, viven. La pasada noche llamaban con fuerza a su prole. Lo hacían amagados en los bosques que son su hábitat en un intento de reunir a la manada y restablecer la familia. El grupo lupino fue roto por la irrupción en la escena de un incendio que, en unas horas de voraces bocanadas, apalambró su patria chica y transformó por completo el paisaje y el medio de vida. Los progenitores lanzaban los aullidos al aire en medio de la noche, con el sentimiento propio de la especie. Hay quien dice que los lobos ponen el mismo fervor que los cantaores de jondo. Los agentes forestales y el personal que pisaba el escenario y que oían las inconfundibles llamadas quedaban petrificados. Eran conscientes de que los padres querían recuperar a los hijos, todavía desvalidos, y reiniciar una vida truncada.