Víctimas reales de un falso amor navideño

Cada año los animales son víctimas de un falso amor navideño que ampara y justifica el maltrato, la explotación y la humillación de los más débiles e indefensos como si fueran meros objetos decorativos
FOTO del Circo ecológico de Alejandra Botto. Carrozas Madrid
Si hay maltrato no es amor, y la ética va ganando espacio en todas las celebraciones, también las navideñas
Platero, Maravilla, Copito, Roberta, Maero, Loli, Nina… Y otros muchos, decenas, centenares de animales de los que no tenemos sus nombres, quizás no tienen ni nombre, han sido víctimas reales, de carne y hueso, de un falso amor navideño asentado en la explotación, en el maltrato, en la humillación.
No puede haber amor si hay maltrato. Por eso no cabe celebrar el espíritu navideño incurriendo en la explotación de animales por el mero hecho de que nos gusta verlos “decorando” nuestras celebraciones. No son objetos, no son peluches, no son muñecos, aunque como tales son tratados de forma cotidiana, y especialmente en las fiestas navideñas.
Platero tenía cinco meses y murió después de tres días de agonía. Fue cedido para decorar el belén de Lucena (Córdoba). Estuvo días y días en un recinto demasiado escaso para sus necesidades vitales, a la intemperie, sin refugio alguno, en condiciones visiblemente deficientes y continuamente sometido al griterío, a las luces, al ruido, a los petardos… Una de esas tardes, un vecino del pueblo se subió sobre él, después de dar varias patadas a otro burrito para apartarlo, lo zarandeó, se montó encima y le espoleó en el abdomen. Hubiera bastado con mucho menos, pero los 150 kilos de peso del vecino en cuestión reventaron por dentro a Platero. El Ayuntamiento calló, pero el tipo compartió su “hazaña” por whatsapp y la foto recorrió las redes sociales, hasta que varios colectivos defensores de los animales pidieron explicaciones y presentaron denuncia

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