Siempre consideré que hacía todo lo posible por ayudar a los animales. Sin embargo, no contemplaba dejar de comerlos, porque mi cuerpo necesitaba proteínas, y más siendo deportista. Así me lo habían explicado en el colegio, lo había leído y estudiado, y lo recomendaban los mejores entrenadores. Por lo tanto, hacía todo lo posible por los animales, ya que no tenía más opción que comerlos para sobrevivir, porque soy omnívoro. La carne, la leche y los huevos eran esenciales para estar sano, y más aun para alcanzar el máximo rendimiento en el deporte. Todas estas afirmaciones las consideraba ciertas, todos mis amigos hacían lo mismo y, aunque conocía a algún vegetariano, no se trataba de deportistas y pensaba que no podrían estar sanos. Aparte, me había autoconvencido de que los animales no estaban tan mal; mejor dicho, no quería saber cómo eran tratados. Ya que no tenía más remedio que comerlos, era mejor no saber demasiado.
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