Los sucesos ocurrieron en Puebla de Cazalla, Sevilla. Yaco, un perro de aguas de 10 años, había salido aprovechando la puerta abierta de la cancela que la familia dejó mientras aparcaban el coche.
Casi de inmediato se escucharon algunos disparos. Su dueño sale a buscarlo y sorprende a un vecino limpiando una gran mancha de sangre en el suelo y a su lado el cuerpo herido del perro. A pesar de la atención veterinaria urgente, no fue posible salvar su vida.
La autopsia practicada confirma que el fallecimiento se produjo debido a las múltiples lesiones producidas por tres disparos de escopeta, algunos proyectiles llegaron a entrar incluso por los oídos y la boca hasta el cerebro.