No todo son malas noticias en protección animal.
Queremos compartir con vosotros la felicidad que nos dan estas fotos. Es nuestra simpática y juguetona Rubi. Esther, su rescatadora y madrina, no pudo dejarla en la calle, asustada y hambrienta. La llevó a su casa y pidió ayuda. 
No intentó librarse de ella o endosársela a nadie como una patata caliente.
Como en cada uno de nuestros casos de rescate, personas maravillosas trabajando juntas, con responsabilidad e involucrándose directamente, cambian la vida de un animal en apuros.
Gracias a todos los que hicieron que la historia de Rubi sea una historia con final feliz y por extensión gracias a todos los que, de manera responsable, hacen protección animal