No todo son malas noticias en protección animal.
Queremos compartir con vosotros la felicidad que nos dan estas fotos. Es nuestra simpática y juguetona Rubi. Esther, su rescatadora y madrina, no pudo dejarla en la calle, asustada y hambrienta. La llevó a su casa y pidió ayuda.
No intentó librarse de ella o endosársela a nadie como una patata caliente.
Como en cada uno de nuestros casos de rescate, personas maravillosas trabajando juntas, con responsabilidad e involucrándose directamente, cambian la vida de un animal en apuros.
En este caso Esther que la rescató y pagó sus gastos veterinarios, Ana que la tuvo en su casa, la cuidó y puso preciosa, Fernando que la preparó sanitariamente y esterilizó para que estuviera como una manzanita, Ángeles que nos ayudó en la difusión para encontrar un nuevo hogar para ella, Historia de Galgos que, en Francia, encontró una nueva mamá para ella.
Todos juntos haciendo el trabajo que debería hacer la administración, la labor a la cual no estamos obligados ni como protectora ni como personas, el esfuerzo que en muchos casos nos cuesta grandes sacrificios, pero que nos sale del corazón y nos fuerza a poner a salvo a todos los animales que podemos.
Gracias a todos los que hicieron que la historia de Rubi sea una historia con final feliz y por extensión gracias a todos los que, de manera responsable, hacen protección animal