Nuestra recompensa

Las protectoras tenemos un enorme trabajo por realizar, un gran cambio que llevar a cabo en la administración y la sociedad en general. En esta labor a largo plazo, que muchas veces te parte el corazón, te llena de dolor e impotencia sólo hay dos cosas que nos dan fuerza y alegría: nuestros pequeños en sus casas amados y cuidados y los buenos amigos que luchan con nosotros por nuestros animales.
Quiero compartir con vosotros estas fotos de Santos, un braco abandonado. Lo recogimos con una fractura de cadera terrible, vagaba con la pata colgado y muy delgado por las calles. Una de nuestras socias no puedo resistir ver como la dejación absoluta hacía esta pobre criatura permitía que, enfermo e indefenso, sobreviviera a duras penas con dolor y miedo.
Lo metió en su coche y lo llevó a un veterinario. Semanas después estaba operado y recuperándose.
Fue adoptado en Holanda y nosotros mismos lo llevamos hasta allí.
Por desgracia la operación, en la intentamos salvar su patita no tuvo los resultados esperados a largo plazo y la protectora de adopción junto con su nueva familia en Holanda, tras consultar con los veterinarios que realizarón la primera intervención aquí, decidieron la amputación de la patita para evitar dolor, molestias y complicaciones de salud para nuestro Santos.

De nuevo pasamos mucho miedo por él pero todo salío perfecto. A él no le importa tener tres patas como se muestra en estas preciosas fotos. Gracias por compartir estos momentos de alegría con nosotros, imágenes que nos cargan la pilas para seguir adelante, para continuar creyendo que vale la pena seguir trabajando y jugándonos el corazón cada día.