Nos llega esta maravillosa noticia:
Brasil
acaba de aprobar una nueva ley de protección animal que hace que el
país sudamericano se ponga a la cabeza en el mundo en esta materia. A
partir de ahora, según la ley aprobada por el Senado, aquellos que
maltraten o abandonen animales podrán ser condenados hasta a cuatro años
de cárcel. Además, si el maltrato supusiera una minusvalía de por vida
al animal, la pena aumentaría hasta los seis años.
Esta
decisión ha surgido por la indignación popular que se extendió por el
país ante la sucesión de algunos casos de brutalidad contra los animales
sucedidos en los últimos meses. El más conocido fue el de la
veterinaria que rescató a un cachorro de cuatro meses que había sido
enterrado vivo por su dueño. Tita, el perrito, se ha convertido en un
icono e inspiración para esta nueva ley de protección (su historia
mereció este extraordinario post en El País).
El
gobierno de Dilma Ruseff, tan criticado por su blandura con los
deforestadores del Amazonas, da así un paso decisivo y que ojalá
sirviera de ejemplo para disuadir a quienes vuelcan sus frustraciones y
odios sobre los animales indefensos a sabiendas de que les saldrá
gratis.
Sería
interesante que el gobierno español tomara nota, dado que este asunto
continúa siendo una asignatura pendiente de la democracia española.
Actualmente, la ley prevé en caso de maltrato y muerte de un animal una
pena que va de los 3 a 12 meses de cárcel, quedando en una simple multa
si el autor no tiene antecedentes.
El 23 de diciembre de 2010 entró en vigor la ley actual al respecto en España:
Art.
337: “El que por cualquier medio o procedimiento maltrate
injustificadamente a un animal doméstico o amansado, causándole la
muerte o lesiones que menoscaben gravemente su salud, será castigado con
la pena de tres meses a un año de prisión e inhabilitación especial de
uno a tres años para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que
tenga relación con los animales”.
Al
margen de lo escaso de la pena, la presencia del término
“injustificadamente” es inadmisible en el siglo XXI. Imagino que al
jurista se le debieron ocurrir algunos ejemplos en los que maltratar a
un animal doméstico está justificado y sería de agradecer que nos lo
hiciera saber. Me recuerda a esos imanes que aún argumentan los casos en
los que el marido puede pegar justificadamente a su mujer para corregir
alguna actitud.
Todas
las iniciativas populares que han pedido la revisión y endurecimiento
de las penas de maltrato animal, la última el 26 de marzo de 2012 en la
que se presentaron 400.000 firmas de apoyo,
se han encontrado con el mismo escollo. El gobierno central se inhibe
al considerar que estas competencias están transferidas a las
Comunidades Autónomas. Y estas… digamos que creen que esta modernidad
del respeto a la vida animal les puede hacer perder más votos que
ganarlos. Y así estamos. Viva Brasil.