La luz, la oscuridad y el circo. Artículo de Cesar Bona, basado en una frase de Platón
(CAPÍTULO DEL LIBRO "DE CÓMO 12 NIÑOS Y UN MAESTRO BUSCARON CAMBIAR EL MUNDO: EL CUARTO HOCICO")
“Esto de los animales, ¿para qué?”
“Nosotras preferimos llevar a nuestros hijos al circo. No hay que quitarles la ilusión”.
“¿Cuándo van a encontrar tiempo para aprender otras cosas?”
“Más sintaxis tendrían que aprender”.
“Si esto no aparece en los libros, no queremos que nuestros hijos estén involucrados”.
“Podemos perdonar fácilmente a un niño que tiene miedo a la oscuridad;
la tragedia real de la vida es cuando los hombres le tienen miedo a la
luz”
Platón (427-347 a.C.)
La casualidad tiene estas
cosas. Por la tarde das una charla en tu propio cole y tres madres de
otros cursos esperan para a que se vayan los demás y comienzan a decirte
unas cuantas cosas. Por la noche, encuentras esta cita de Platón. Las
ideas cobran vida, se unen unas a otras y se fusionan dando lugar a este
artículo que publiqué para encender unas cuantas lámparas:
Muchas
veces resulta muy difícil hacer ver a los adultos que hay muchas cosas
que hacemos mal. Si lo intentas, siempre encontrarás algunos
pensamientos en contra. Vivimos sumidos en un gran desconocimiento, y la
inercia en la que estamos inmersos y nuestro egoísmo no nos dejan ver
cosas tan básicas como que los animales en el circo no se lo pasan tan
bien como nosotros, que un animal que abandonas también llora aunque no
veas sus lágrimas, o que los animales en el zoo no están ahí por placer…
La educación en sensibilidad y en empatía es muy necesaria. Como dice
Macaco, no se trata de romper ventanas, sino conciencias equivocadas.
La ilusión no se encuentra en los circos con animales haciendo cosas
extraordinarias, no os equivoquéis. La ilusión está dentro de vuestros
propios hijos. Es vuestra labor saber canalizarla hacia lo correcto y
darles la fuerza para que crean en hechos maravillosos, seres increíbles
y actitudes admirables. Nada tiene de admirable dominar por la fuerza a
un elefante o a un león que fueron arrancados de sus familias.
Admiramos más a los que, cada día, dan su tiempo y sus esfuerzos por
hacer felices a los demás seres a su alrededor.
Preguntémonos
qué aporta de bueno para nuestros hijos el ver cómo un señor con látigo
domina a un animal salvaje que está fuera de su lugar natural: ¿es poder
lo que buscamos? ¿es ansia de dominación? Después de ser partícipes de
ese espectáculo, ¿salimos satisfechos y con el alma llena? Siempre que
presenciamos algún hecho admirable deseamos hacerlo nosotros también,
ese es el resultado de nuestra admiración. No confundamos a los niños
dándoles cuentos en los que los animales "trabajan" felices en el circo.
Seamos originales y rompamos con ese modelo que no nos deja ver la luz.
Escribamos cuentos asombrosos en los que un elefante se escapa del
circo por un ventanuco diminuto y nadando por mares infinitos y volando
con sus orejas como ya hizo Dumbo consigue regresar feliz junto a su
familia. La ilusión está en nosotros también, los adultos, si es que
todavía nos queda algo de niños.
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