La muerte de este chico es responsabilidad de todos nosotros: sus padres que le dejaron entrar en el encierro, sus vecinos que le enseñaron que eso era diversión y tradición, su ayuntamiento que organizó todo para que ese día él encontrara la muerte, la administración por subvencionar este horror que tortura y mata animales y, muchas veces, también hiere y mata a niños, como en este caso.
Todos nosotros, incluidos los que nos oponemos, somos responsables pues con nuestros impuestos se paga esta barbarie.
En recuerdo de este muchacho y del pobre becerro que no estaba allí por su voluntad y que también ha pagado con su vida.
Las víctimas en las sociedades enfermas de fanatismo, crueldad, maldad, arrogancia, insensibilidad, estupidez, sin razón, analfabetismo, siempre son los más débiles.
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