Era un toro castaño, uno que en el primer encierro de los “Sanfermines” se quedó el último; intentó volver al corral y, al final, se encontró apartado y separado de la manada, rodeado de mozos que se empujaban unos a otros en medio de un embotellamiento y hasta caían por el suelo…
Y por lo poco que he visto (porque no miro los encierros (me dan ASCO y no seré yo quién dé audiencia a las cadenas que los transmiten)) Perdonavidas hizo honor a su nombre: Hubiera podido cornear a medio centenar de personas, pero no lo hizo. Él no quería estar ahí, deseaba volver con la manada, seguir a los cabestros y regresar a la seguridad conocida del corral… Pero aunque reculó e intentó buscar una salida entre la jauría humana, no corneó a nadie pese a tenerlos a sus pies. Venció su nobleza y honestidad.
Esa misma tarde, Perdonavidas murió torturado por un cobarde-vestido-de-payaso,
FIESTA O TORTURA ANIMAL PAGADA CON NUESTRO DINERO. LEER MÁS EN CALAMAR 2