En el vaso de leche del desayuno, los veganos ven las ubres de la
vaca conectadas a una máquina extractora. El chuletón en su punto de la
comida les recuerda que hubo una vez un cerdo hacinado junto a otros
comiendo anabolizantes y retozando en sus excrementos. En la tortilla de
la cena, los veganos ven gallinas apiladas, con la luz encendida no
vaya a ser que duerman, dejen de comer, crecer y producir. Lo ven y,
como no les parece justo, no lo comen.
A diferencia de la dieta vegetariana, el veganismo es una forma de
vida a la que cada vez se apunta más gente en España, con una ética que
rechaza cualquier tipo de explotación animal ya sea en la industria de
la alimentación, del entretenimiento o en la ciencia.
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