La crisis acaba con la tauromaquía según los economistas

La tauromaquia está en uno de sus peores momentos de su historia. A los embates del ecologismo y las restricciones impuestas por algunos Gobiernos Autónomos, como Canarias o Cataluña, se une ahora la imposición de la crisis, que se ha engullido más del 40% de los festejos en pueblos y villas españolas. Descenso creciente del público, restricción brutal de las subvenciones y menor contratación en los Ayuntamientos ponen al sector al borde de la desaparición. También se ha dejado notar la caída de la afición, especialmente por el incremento de los precios y por el descenso en la calidad de los festejos, que han acusado mucho los efectos de la crisis. Pero también se ha dejado sentir un envejecimiento del público medio, que no ha sido capaz de cautivar a las jóvenes generaciones. Los elevados costes de las entradas y abonos, y el creciente rechazo por el sentir contra la tortura de los animales en las nuevas generaciones, han ido dejando una huella de desgaste en un espectáculo que no ha sabido renovarse con los tiempos.

 Desde las empresas del sector y apoderados, se esgrimía que los descensos se deben generalmente a la escasez de fondos en las arcas municipales, a lo que hay que sumar otros indicadores ajenos a la crisis económica que demuestran un creciente desinterés de los españoles por los toros. Este descenso del interés, y la pérdida de calidad y seguimiento por parte de los espectadores, han llevado a la suspensión de muchas retransmisiones por las televisiones. El share, el indicador que mide las audiencias en televisión, indica que los programas de televisión de toros han perdido 200.000 espectadores en las cadenas autonómicas y 400.000 en las de ámbito nacional.