¿Toros o empleo? Toros, claro.

CUANDO IGNORANCIA SOCIAL Y LA RUINDAD POLÍTICA SE ALÍAN.
Pero, ¿de verdad que nos asombramos por el resultado de las votaciones en unas poblaciones de Cáceres donde han elegido emplear el dinero en toros antes que en creación de empleo?, ¿podemos extrañarnos cuando vivimos en un Estado en el que el Gobierno, éste como el anterior, dignifica y cubre de billetes la tauromaquia como se hace con los mantos de las vírgenes, demostrando que la piedad beata estremece más que el hambre de los que piden a la puerta de la iglesia?
 
No, no me sorprende ni un poquito porque sólo en una sociedad como la española, en la que imperan la ignorancia, la sordidez, el egoísmo y la estupidez se pueden dar tantas, tan variadas y tan miserables muestras de crueldad con animales. De no ser así ya podrían los políticos vestirse de luces y llenarse el paquete de anteproyectos de ley, que jamás serían capaces de doblegar la ética de un Pueblo. Pero la del nuestro es tan famélica como adiposo su cretinismo.

¿La lección? Que no esperemos entendimiento ni sensibilidad en los brutos. No se siembra en la roca sino en la tierra, y ese ha de ser nuestro objetivo: los niños, los indiferentes, los dudosos, los desinformados... El resto, los cafres, poco importa que ganen una votación, hace mucho que perdieron la razón y lo único que les queda es la majadería de unos políticos que les dan a elegir entre trabajo o tortura de toros. Los ciudadanos han quedado calificados por sus actos, pero los responsables municipales también y su caso es todavía más sangrante, más nauseabundo, porque han demostrado que les importa una mierda la situación de desempleo en sus ayuntamientos. O eso o que son unos paranoicos.

De todos modos tampoco es indicativo el resultado en unas localidades de esas características, donde el sufrimiento de unos animales constituye el mayor aliciente en la vida de unos cuantos desgraciados que esperan todo el año a que lleguen las fiestas para pasarlo en grande con las hemorragias de otros seres.. No dan para más, su universo es tan angosto como estrecha su moral. Tal vez convendría realizar en esos pueblos unas sueltas de libros por las calles, pero también es cierto que algunos de sus habitantes escaparían aterrorizados ante el temor a lo desconocido. ¿Asombro? No. La prueba de que lo que se recoge depende de la simiente que se plante. Y si la semilla se llama analfabetismo el brote responderá al nombre de barbaridad. ¿La vergüenza? No la padecerán ni esos votantes que escogieron los toros ni quienes les llamaron a las urnas, esa queda para los que tantas veces sentimos asco del mundo que habitamos. Por eso la única opción es seguir luchando para cambiarlo.
 D. Julio Ortega Fraile.
Extremadura Progresista.