Todos las madres quieren a sus hijos.

"¿Sabe usted? — dijo el ranchero al periodista. Uno llega a ponerse sentimental con estos animalitos. ¿Sabe que la vaca madre puede reconocer a su propio ternero entre mil cabezas o más? Y cuando separamos a los terneros para despacharlos, las madres se quedan junto al corral, mugiendo con unos sonidos que uno jamás ha oído en una vaca. Es como si supieran lo que pasa. A veces pasan allí una semana o más, aunque el ternero ya no está, sin comer absolutamente nada. A algunas se les despelleja la garganta de tanto mugir, y no pueden tragar. Llega el momento en que hay que sacarlas de allí por la fuerza para que no se maten de hambre"